Nos toca despedir de forma física a quien fue fundador, socio, presidente, directivo pero por sobre todas las cosas, comparsero y amante de Sapucay. Es enorme la tristeza que nos inunda como la gran familia que sabemos ser, y es esa calidez y contención familiar una característica aprendida de grandes mentores como lo fue Quito. Su pasión y compromiso para con la comparsa no supo de edades, distancias, ni circunstancias; fue siempre leal a la camiseta y entregó los mejores años de su vida para que Sapucay hoy sea la gran referente de nuestros carnavales.
Nos quedan sus enseñanzas, las incontables anécdotas, su arenga noche a noche de desfile que resultaba una inyección de energía tanto para los comparseros como para el público.
Aunque su cuerpo no esté más, en nuestros oídos va a resonar una y otra vez su voz a través de su icónico megáfono, símbolo indiscutido de su personalidad y de su amor a la azul y naranja.
Extendemos nuestras condolencias a toda la familia Caffa, rogamos por su eterno descanso.
Buen viaje, Quito.